Todos tenemos diferentes maneras de ver el mundo, hay personas que tienen un buen sentido del olfato, y sus experiencias se filtran a través de aromas y olores. Otros han desarrollado el sentido visual y reaccionan ante todo lo que ven. Los sentidos del tacto, el gusto y el oído también nos conectan con lo que nos rodea y de alguna manera afectan también a las personas y sus acontecimientos.
Aparte de los sentidos, para algunos, su visión de lo que los rodea está influenciado por el equilibrio entre sus pensamientos y sus emociones. Por ejemplo, si unas personas se encuentran con un perrito, van a comenzar a sentir amor por el cachorro, ese amor va a dominar tanto la situación, que llegará el momento en que anhelen llevárselo para la casa; aunque no tengan espacio para otra mascota. Sin embargo otros pueden sonreír y apreciar el cachorro, pero piensan en el tiempo y el dinero que se necesitará para cuidar de una mascota.
Las personas emocionalmente sensibles tienden a ver y experimentar el mundo principalmente a través de sus emociones, y cuando éstas son su principal forma de experimentar los acontecimientos de la vida, pueden etiquetar sus pensamientos como emociones.
Me siento traicionado
Alguien podría reaccionar a un evento con las palabras “Me siento traicionado”. Pero la verdad, la traición no es un sentimiento, sino, una acción que se etiqueta en los pensamientos. Uno puede sentirse triste, enojado, o herido como consecuencia de la traición, o incluso ante la idea de que ha sido traicionado.
Me siento estúpido
Cuando alguien dice: “Me siento estúpido”, tanto el pensamiento como el sentimiento están enmascarados. La idea es “Yo soy estúpido”. Los sentimientos pueden ser vergüenza, tristeza o dolor.
Cuando sentimos emociones y no las etiquetamos, tendremos más dificultad para hacerle frente. Las etiquetas precisas son parte de la gestión de las emociones. Probablemente tenemos habilidades para manejar emociones verdaderas, pero no hay ninguna habilidad para “sentirse“ estúpido, porque no es un sentimiento.
Ahora bien, si dejamos de lado el pensamiento, significa que no podemos ver el juicio y la invalidación en el pensamiento. Porque los sentimientos son solo eso, sentimientos, lo aceptamos sin necesidad de pruebas.
Me siento hecho pedazos
Si uno cree que esta “hecho pedazos”, evidencia de lo contrario no va a cambiar la declaración, y sus sentimientos serán enmascarados por el pensamiento de que está hecho pedazos. Una forma de volver a redactar la declaración para reflejar los sentimientos y pensamientos sería: “Creo que estoy hecho pedazos porque me veo a mí mismo como abandonado por lo demás”, y “siento una tristeza muy dolorosa”. El sentirse hecho pedazos podría ser una abreviatura de otro pensamiento y sentimiento. Identificar con precisión dicha experiencia ayudará a hacerle frente con mayor eficacia.
Deberíamos practicar más la razón y menos la emoción, eso nos ayudaría a no distorsionar la realidad, y no tener pensamientos etiquetados como sentimientos. Ser emocionalmente sensible puede ser un regalo natural. Pero ser consciente de lo que son las emociones y cuáles son los pensamientos, puede disminuir el dolor que a menudo se vive cuando se es emocionalmente sensible.
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