La era moderna, colmada de tecnologías con diseños que la hacen más acariciada, está desarrollando en algunas personas el vehemente deseo de ser cada día más. Con una inmensa vitrina social al alcance de cualquiera, las comparaciones se acrecientan en todas las áreas de la vida, aumentando más las ansias del perfeccionismo personal.
Vivimos en una sociedad de competencia que nunca se detiene. La búsqueda de la perfección parece estar en aumento. Las personas que están presentes en Internet viven con la sensación de sentirse medidas a cada instante, y las que no están parece que no existieran. Esta conducta casi natural de los milenistas está alcanzando también a personas que no son de su generación .
Frente a las motivaciones de éxito y desarrollo personal, se acrecienta un estilo de vida, donde la filosofía del diseño, se adentra como un concepto moderno del diseño personal para el alcance de la perfección. Se habla de marca personal, para desarrollar el valor de las personas, en relación a lo que aportan.
Esta filosofía de vida moderna está creando en algunos una auto-exigencia, al punto de valorizarse solamente por los logros personales alcanzados.
Pero esta forma de auto-valorarse ¿corresponde a una persona que busca la perfección?
El perfeccionista
Un perfeccionista es muy amigo de la auto-crítica, dado que parece que nunca está conforme con lo que hace, nunca está satisfecho con el rendimiento y con el esfuerzo; mucho menos con el empeño. Esta sensación de no estar haciendo bien las cosas desarrolla una actitud de fracaso con una muy dura auto-crítica.
Cuando aparece el fracaso, también aparece la vergüenza, y estas dos palabras en ningún caso son sinónimos de una mayor motivación. En otras palabras una autocrítica exigente con resultados desmotivadores, trae como consecuencia un desaliento enfermizo casi paralizante. Se comienza a vivir en una atmósfera de frustración constante, aumentando el grado de ansiedad y el peligro de caer en una depresión.
Lo natural en el perfeccionista
Es natural que un perfeccionista sea hiperactivo, y también es natural que esté lleno de fallas y defectos, estas cualidades o características en un perfeccionista, desarrollan un estado de ánimo capaz de descartar sus fortalezas y los rasgos positivos de su personalidad. El perfeccionismo le da una percepción errada de sí mismo. Se encuentra obsesionado en sus imperfecciones y fracasos, mientras trata de aparecer como una persona perfecta ante los demás.
Un verdadero perfeccionista debe tener expectativas realistas, saber que el progreso es medible en el tiempo, a la vez reconocer sus fortalezas y aceptar que no se puede ser bueno en todo, vivir con sus debilidades e imperfecciones, pensar que la debilidad y la imperfección son parte de la naturaleza humana, que hay que saberlas trabajar para posibles mejoras.
La perfección
La perfección no se mide sólo en lo pragmático, también se pueden ver sus logros en la sociabilidad, saber escoger a quienes están a su lado y percibir su grado de aporte para alcanzar cada objetivo trazado, también es medible en la perfección. Darse cuenta que no son los logros los que importan, sino también sus cualidades sociales; generosidad, paciencia, perseverancia, flexibilidad, empatía, etc.
El perfeccionismo conlleva el saber aceptarse tal como uno es, ganando una imagen más exacta de uno mismo. Conocer al detalle las fortalezas, y ver los errores como oportunidades de aprendizaje. Viviendo una autoestima no basada en el rendimiento, sino, en los valores personales. No caer en el juego de las comparaciones, ver cada día su propio camino. Descubrir que los logros y metas alcanzadas, son parte de una suma de cualidades personales, sin olvidar el fortalecimiento en las relaciones. Un trabajo bien hecho, con la sensación de haber dado lo mejor de uno mismo, arroja como resultado una salud emocional sana, que también se puede percibir a través de la excelencia.
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