Hemos sido testigos de la vida en un comienzo de siglo, que como a través de los tiempos se ha caracterizado con un protagonismo extremado del hombre en busca del bienestar. La conquista de saber vivir con placer ha sabido muy bien contribuir al desarrollo de una sociedad hedonista: pasarlo bien a costa de lo que sea y en busca de nuevas sensaciones cada vez más excitantes.
Se podría definir esta era como la era del plástico, una filosofía de vida pragmática de usar y tirar. Epicuro, filósofo griego dijo “Nada es suficiente para quien lo suficiente es poco”.
Llevar este tipo de filosofía de vida al campo psicológico, y específicamente al terreno de la afectividad sería desastroso para el hombre y por consecuencia para la humanidad, los peligros no están en las armas sino en quienes las usan, en otras palabras somos nuestro propio enemigo.
Es una necesidad vehemente desarrollar una actitud que nos permita crecer como personas afectuosas en el campo de las relaciones humanas, especialmente con quienes están siempre a nuestro lado, no podemos permitir que el hedonismo invada nuestra vida, poniendo en peligro lo que tenemos más cerca y lo que más amamos, es el momento de vivir con ternura.
La ternura
Freud designa a este término como cierta conducta de autoconservación, lo encuentra en la edad primaria del niño, el amor hacia la persona que lo cuida y lo alimenta. En el diccionario del uso del español de Maria Moliner la define como: Actitud cariñosa y protectora hacia alguien. Cualidad de las cosas que emocionan dulcemente.
Ternura es otra palabra que podemos encontrar en el museo de las palabras olvidadas. Con la prisa que se vive la vida, parece normal no detenerse en estos términos, que precisamente invitan al hombre a descansar y pensar. Para mostrar ternura hace falta un cierto grado de serenidad, de paz interior, estar bien con uno mismo, ser dueño de los propios impulsos y sentimientos.
“El ejercicio de la ternura muestra la excelencia de quien la practica, refleja las mejores vetas de la afectividad y, al mismo tiempo, la capacidad para recrearse en los sentimientos de donación, logrando que la otra persona saboree la grandeza de saberse amado, respetado, tratado con mimo y cuidado”
Estudio europeo de la ternura
Una conocida marca de chocolate durante el año 2011 realizó en Europa un estudio para medir el grado de ternura de sus habitantes. El “Estudio de la ternura” se convirtió en el primer informe en medir dicha cualidad en el mundo. Algunos datos aportados por el informe reveló que la franja de edad que menos gestos de ternura realiza al día es la comprendida entre los 18 a 24 años con un 35%; por otro lado con un 52%, tenemos a personas con edad comprendida entre los 35 y 45 años, convirtiéndose así, en el grupo más “tierno” analizándolo por género, con un 53%, las mujeres superan a los hombres con 11 puntos proclamándose ellas como las que realizan más gestos de ternura al día.
Ternura en lo cotidiano
La ternura está presente en lo cotidiano; en el amor auténtico, en la comprensión, en los sentimientos emanados de la protección hacia la otra persona, es parte del día a día, como el oasis de una relación madura, no se lleva en un cartel, es una forma de vida. Ternura es compromiso de donación y afecto, que busca la alegría del otro a través de detalles en apariencia pequeños. Ser tierno es ante todo una actitud, un gesto de estrechar al otro en nuestros brazos, hacernos uno con él.
Muchos coinciden que la vida acelerada y estresada tiende a ser un avatar de circunstancias que avalan una actitud egocentrista, fría e incrédula. Estas actitudes, permiten vivir una vida sin vínculo, convirtiendo al ser humano a la categoría de objeto, colmado de consumo y bienestar, cuyo fin es despertar admiración o envidia.
Hoy tenemos la oportunidad de contemplar lo que gira a nuestro alrededor, la oportunidad de usar nuestro libre albedrío en pos de una elección a favor de lo noble, lo duradero, de lo que queda para siempre, como la semilla de un gran árbol que en su tiempo da sus frutos, es el tiempo de fortalecer nuestras relaciones con las personas que tenemos más cerca, amplificar los vínculos a través de la imagen HD de la afectividad, que no es otra cosa que la ternura.
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