Una actitud positiva se desarrolla a través de un perseverante aprendizaje que nos mueve a la acción.
Cuando parece que todo lo que nos rodea se convierte en amenazas para desarrollar inquietud y desaliento, es el momento en el cual tenemos que alimentar nuestra actitud con pensamientos positivos. Eso lo lograremos en la medida que sepamos descubrir nuestras principales motivaciones que nos permitan encontrar una condición en actitud positiva. Esas motivaciones pueden ser estados internos que mueven y empujan la conducta, para que ésta se dirija hacia un objetivo determinado.
¿Que es una actitud positiva?
«Es el deseo interno de hacer algo bien, unido al propósito decidido de progresar en ello. Es lo que a menudo llamamos entusiasmo».
La actitud positiva no viene con nosotros, es el resultado de una decisión:
Si queremos tener una actitud positiva, la tendremos. Si queremos, –al contrario– asumir una actitud negativa, también lo lograremos.
Esto significa en parte que los buenos deseos de progreso dependen de nuestra propia toma de decisiones para tenerlos, y aún más, activarlos. Nadie progresa si no tiene deseos de progresar. El progreso de las personas no es obra de la casualidad. Detrás de un ejecutivo exitoso hay años de esfuerzo, de trabajo duro, de aprendizaje, motivación y constancia.
El éxito no es un regalo, hay que conquistarlo y para ello hay que tener deseo de lograrlo.
Usted tiene a su disposición su propia actitud y de su propia decisión dependerá en tornarla positiva.
Una serie de decisiones
Para adoptar tal actitud positiva, deberá tomar una serie de decisiones más pequeñas, como por ejemplo:
- La decisión de ser perseverante. No decaer, volver a empezar mil veces y aún más.
- La decisión de aprender y estudiar todos los días. El mundo cambia aceleradamente. Aprenda, vaya con él. No se quede atrás.
- La decisión de automotivarse. Que su progreso dependa de usted. Y no de otras variables o circunstancias. El motor del progreso debe ser interno.
- Dígase siempre: Yo puedo.
- La decisión de proceder. Actuar, he aquí la decisión más importante. Es mejor actuar y equivocarse que no actuar nunca y quedarse a un costado del camino mirando el progreso de otros.
Motivación
Para desarrollar una motivación de convivencia con una actitud positiva, es importante la práctica diaria de la constancia, hay que saber lo que se quiere: querer es activar la voluntad, impulsada esta por la motivación. La motivación se alimenta de objetivos que se prevén a corto y largo plazo.
Insistencia, reiteración, empeño, tenacidad; todo se desliza hacia la pertenencia de una actitud positiva, convirtiéndose en un aprendizaje de percibir lo que nos rodea como elementos de uso permanente para cultivar una conducta con objetivos que lograr, que nos permitan alcanzar una segunda naturaleza: La de ver las cosas siempre a nuestro favor.
Aristóteles, en su ética a Nicómaco nos dice:
“De las acciones crece al fin la actitud fija. Por eso debemos comunicar a nuestras acciones un determinado valor, una determinada cualidad, pues si se configuran conforme a ella, resulta la correspondiente actitud fundamental fija. Que nosotros nos formemos desde la juventud en ésta o en la otra dirección no importa poco, sino mucho y hasta todo”
Una actitud positiva tiene como fruto inmediato la consecución de los objetivos, y como mediato, la sensación de alegría por sacar lo mejor de nosotros mismos, venciendo presiones y resistiendo infortunios. Así una persona se hace infranqueable con sus pretensiones, y nada ni nadie podrá derribarla.
@AlexPonceAg
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