En mis tiempos de vendedor de libros puerta a puerta, acostumbraba a descansar en cualquier iglesia que estuviera abierta. Cada banco de cada iglesia era un verdadero bálsamo para mis cansados pies. Pero no sólo descansaba mi cuerpo, era un momento propicio para hacer descansar también mi espíritu; aparte de disminuir el estrés, allí reposaban mis nervios, aclaraba mis pensamientos, y en pos al lugar donde me encontraba, reivindicaba mis valores. Cinco a diez minutos que me alejaba de lo laboral, para detenerme a descansar, a esos descansos les llamaba «descansos de esperanza».
Experimento con la esperanza
Mainz Rudolf Bilz realizó un experimento suyo, que lo llamó “experimento con la esperanza” consistía en lanzar una rata de campo recién capturada a un recipiente lleno de agua, cuyas paredes eran lisas, eso hacía imposible salir a la rata, que al cabo de quince minutos de agitarse y nadar de un lado para el otro moría a consecuencia del estrés.
En circunstancias normales, ese tipo de ratas puede nadar hasta ochenta horas ininterrumpidas antes de ahogarse. Consecuentemente, la causa de la muerte no fue el esfuerzo físico, sino solamente el miedo mortal ante una situación sin salida posible.
Al día siguiente el profesor Rudolf realizó un experimento semejante con otra rata del mismo tipo. En ese caso, sin embargo, después de dejar a la rata cinco minutos en el agua, se le lanzó un tablilla por la cual pudo trepar y alcanzar un nido preparado de antemano.
Después se arroja al agua a esa misma rata, pero no se le tira la tablilla salvadora, el animal no muere de estrés. Aguanta nadando en el recipiente ochenta horas, hasta su total agotamiento, le animaba la esperanza de que en algún momento se le volviera a arrojar la tablilla salvadora.
De esto se puede extraer una consecuencia lógica: la esperanza en una ayuda, debilita de manera notable los efectos patógenos del estrés. Lo contrario, una sensación de abandono y desesperanza, puede ser una causa importante en la génesis de un estrés prolongado.
Serenidad, paz, sosiego y calma
Las pausas y descansos cotidianos, (break) deberían ser verdaderas tablillas de salvación en medio del vertiginoso deambular de una jornada de trabajo.
La época actual se caracteriza por el predominio de una intuición de perplejidades importantes, y que en algunos casos no parece tener salida. Vivimos en un mundo donde el mayor obstáculo es el miedo excesivo, donde éste hoy se sitúa por encima de los niveles que pueden llamarse razonables, aumentando de esta manera el estado de estrés de las personas.
Frente a tales circunstancias la esperanza se reivindica no sólo en creer sino más bien en confiar, tal esperanza trae consigo serenidad, paz, sosiego, calma.
La serenidad es la tranquilidad en el orden interior, y esto significa saber a qué atenerse, conocer lo que uno quiere hacer en la vida. Se trata de conseguir un clima psicológico de equilibrio, un cierto reposo sosegado para aceptar las limitaciones y empujar con firmeza hacia las actitudes que nos hacen avanzar.
La esperanza humana puede defraudarnos. La esperanza absoluta y total hay que buscarla en lo espiritual.
“Tendrás confianza, porque hay esperanza; Mirarás alrededor, y dormirás seguro”. Libro de Job 11:18
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