A través de los tiempos las personas han buscado escuchar más del éxito que del fracaso, lo que no saben es que ambos
comparten muchas zonas en común.
El éxito consiste en el reconocimiento social por haber logrado un cierto nivel en algún aspecto concreto en la vida. Es un desarrollo esencialmente público. Se vive con la alegría y es el resultado feliz de algo importante que se lleva entre manos.
El fracaso por su parte nos presenta la otra cara de la moneda: algo esencial de la persona se ha torcido llegando a una conclusión negativa. Eso lo hace ser una experiencia generalmente privada.
Se sabe que por naturaleza el hombre es un ser descontento, ya que cualquier análisis que se haga sobre su vida es inevitable que arroje ciertos resultados negativos, porque a lo largo de la vida es natural que muchos proyectos no lleguen a buen puerto, puede ser; por falta de tiempo, porque la insistencia en su realización ha sido insuficiente o por los muchos avatares que ofrece la vida.
Éxito y fracaso
Pero éxito y fracaso son dos grandes impostores. Muchas veces, para alcanzar el éxito hay que pagar un precio tan elevado que puede llevar a la incoherencia o a venderse al mejor postor. Por otra parte, el fracaso puede esconder una lección fructífera si se le sabe dar vuelta el argumento. Alguien dijo “El fracaso enseña lo que el éxito oculta” en otras palabras, la capacidad para crecer en los obstáculos y no darse uno por vencido.
Hoy se sabe que el fracaso a veces es necesario como parte educativa en la maduración de la personalidad. La vida humana esta compuesta de aciertos y errores, lo que la transforma en un aprendizaje casi continuo. Por lo general considerando la experiencia de algunos las derrotas hoy enseñan más que los triunfos. Hay también derrotas triunfales a las que envidian algunas victorias.
Lo posible y lo difícil
La vida es una lucha de uno mismo con la realidad y las adversidades. Pero sabiendo que “la patria del hombre son sus ilusiones”, todo se mueve entonces entre el plano de lo posible y lo difícil, provocando una sensación que se sitúa por encima de lo posible. Es la vida pensando en el día de mañana, lo que aun no ha llegado a nosotros pero que esperamos tenazmente. En esta experiencia de la vida es donde las ilusiones son parte de la capacidad para no desalentarse
En el revés sobresale el desaliento y con él la posibilidad de abandonar la meta y darse por vencido. En la otra orilla está la contrapartida: el tesón, la insistencia y la voluntad bien educada, cueste lo que cueste.
Perdedores de éxito
Hay que buscar a esos perdedores que han sabido asumir su derrota y han podido levantarse y empezar de nuevo. Así son las personas que siempre vencen, las que saben levantarse, aquellas que tienen capacidad de reacción. Que saben aprender de los reveses de la vida, y que se fijan muy bien en los hechos y distinguen lo que es importante de lo que es simplemente accesorio. La vida, como siempre se dice enseña más que muchos libros. Abrir bien los ojos y tener una cierta capacidad de síntesis es fundamental.
El hombre transita por un solo camino, el camino de la vida, que con el tiempo pasa de ser un sendero a una gran avenida, pero si hemos sido unos verdaderos artesanos de nuestra vida diaria y orfebres de la propia travesía por el camino de la vida, sabremos bien a ciencia cierta que el balance de cada experiencia será siempre ascendente, porque en los pequeños éxitos cotidianos habrá sobresalido el espíritu de superación.
“Un hombre vale y se mide por su capacidad para desestimar y relativizar las batallas perdidas”.
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