En la actualidad se habla de personas tóxicas, etimológicamente, sería personas con veneno. La connotación de ambas palabras, tóxico y veneno es distinta. Cuando hablamos de elementos tóxicos, se entiende por sustancias dañinas para la salud, cuando hablamos de veneno lo relacionamos de inmediato con alguna sustancia letal, algo que mata; aunque etimológicamente son lo mismo.
La palabra tóxico fue usada por Aristóteles en el siglo IV a. C. (Τοξικόν) Era el nombre que se le daba a las flechas envenenadas. Con el tiempo la palabra derivó en veneno. Una sustancia que sirvió para inmovilizar y acabar con el enemigo de una forma segura. La historia griega contiene muchos episodios en el cual el principal elemento fue el veneno. Un componente clave en aquellos tiempos para eliminar personas sin dejar rastro. Los científicos de la época trabajaban en diferentes fórmulas según fuera la necesidad de la sustancia. No todos los venenos de esa época mataban, algunos servían sólo de advertencia.
Relaciones humanas
En las relaciones humanas existen elementos tóxicos que a través del tiempo van causando daños, hasta convertirse en una «sustancia» que podría ser letal.
La principal causa de muerte en el mundo está relacionada con el corazón y el cerebro, dos órganos muy importantes para el ser humano, y que se relacionan entre sí de muchas formas, pero sin pasar por alto los episodios emocionales.
Como en los grandes imperios, el enemigo no vino de afuera; estaba dentro de la ciudad, carcomiendo en pequeñas dosis las relaciones de sus habitantes. Una estrategia muy usada para minar al enemigo de forma sutil.
Personas tóxicas
No vasta descubrir si tenemos personas tóxicas a nuestro alrededor, sino, saber cuán venenosas pueden ser, una mala relación puede acabar con la vida si no descubrimos a tiempo su grado de peligrosidad. No digo que nos va a matar mañana, pero si producirá daños psicológicos hasta que produzca una enfermedad psicosomática al comienzo, y luego fulmine en el desarrollo de una patología que nos puede llevar a la muerte.
Frases tan comunes; dichas en un contexto poco serio no dejan de ser verdad:
- «Este hombre me va a volver loca»
- «Este niño me va a enfermar»
- «Esta mujer me quiere matar»
Palabras dichas en momentos de furor, que sólo el tiempo se encargará de su connotación.
A este tipo de declaraciones los especialistas la llaman «las toxinas de la relación». Son vivencias no controladas como formas, sino, más bien como fondo, que con el tiempo van tomando tal protagonismo, hasta eclipsar por completo una relación.
Como cualquier persona afectada por un tóxico que requiere una desintoxicación, de la misma manera en el ámbito social existen formas de desintoxicar a personas «envenenadas»
Desintoxicación
Solo la experiencia nos llevará a lugares seguros en una relación, conocer en todos sus detalles a las personas que tenemos cerca nos permite realizar una buena desintoxicación.
- No contagiarse, es decir, no hacer aparecer la toxicomanía social. Para que existan personas tóxicas, tiene que haber alguien que se deje intoxicar.
- No darle importancia a las frases ofensivas. Al mostrar poco interés por la ofensa, esta misma pierde valor y un uso más continuado.
- Buscar una tema de conversación que interese a la persona afectada.
- Llamarle siempre por su nombre
- Interesarse honestamente por sus problemas.
- Ofrecerle siempre ayuda
- En la medida de lo posible encausarlo en temas espirituales
Los estados emocionales convergen en el corazón, ese corazón que no se cansa de mandar mensajes al cerebro de que algo anda mal. Si. No somos capaces de percibir lo que nos hace mal en una relación, es porque de alguna forma ya nos hemos contaminado, es decir ya vemos lo que nos rodea con el mismo cristal de la otra persona.
En el pasado fueron flechas envenenadas. Hoy son las palabras las encargadas de llevar el veneno, son las palabras que decimos las que anuncian el grado de intoxicación que llevan.
Una palabra mal dicha se puede transformar en una saeta dirigida al centro del corazón
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