Los mensajes de textos están siendo responsables de algunos cambios psicológicos, en personas que usan este medio para comunicarse
“Un teléfono es un sistema de comunicación que transmite la voz a larga distancia por medios electrónicos o electromagnéticos”. Una definición algo fría para definir lo que llevamos en el bolsillo o la cartera: un dispositivo móvil que funciona también como teléfono.
Los teléfonos móviles pasan más tiempo con los dedos que con los oídos, los mensajes de textos se han transformado en la manera más común de comunicarnos, una comunicación moderna que está causando cambios psicológicos a quienes abusan de ella. Un dispositivo móvil se puede usar como teléfono o como un editor de texto, ambas características sirven para la comunicación, pero hay mucha distancia entre una y otra.
Al hablar por teléfono podemos percibir, nerviosismo, concentración, emociones, etc. Sin embargo a través del mensaje de texto sólo podemos percibir intenciones, las emociones a través de este medio fácilmente pueden ser manipuladas. Los mensaje de texto al dar más tiempo para responder, permiten descubrir una singularidad en cada respuesta, manteniendo lejos en algunos casos la sinceridad.
Cambios psicológicos
La tecnología que permite acortar las distancias, también permite el empoderamiento personal al hablar cara a cara con un individuo que ha perdido dicha práctica. El arte de la persuasión puede causar sus estragos a quien no está familiarizado con su uso. El escribir se puede dar muy bien en algunas personas, pero el hablar mirando a los ojos conlleva otras prácticas.
Los mensajes de textos se están convirtiendo en la forma preferida de comunicación para muchos de nosotros. El problema es que dicha comunicación ya ha comenzado a arruinar la vida de algunos. Hoy los mensajes de textos mal intencionados se consideran una amenaza para la salud mental. Una herramienta creada para algo bueno, es muy fácil que termine siendo usada para algo malo cuando se abusa de sus virtudes.
En una comunicación de texto por desgracia no hay lenguaje corporal, dos grandes formas de comunicación se encuentran totalmente ausentes; la expresión facial y el tono de voz. Intenciones que por muy sanas que parezcan, pueden ser consideradas como insultos al no estar acompañadas de emocionalidad o expresiones físicas. Nuestras ideas pueden estar muy claras, pero al escribirlas pueden dar a entender otra cosa.
Lucha de poder
El 30% de las citas que se llevan acabo, tienen su génesis a través de mensajes de textos. Es gratificante mantener una comunicación durante la noche con alguien que se quiere conocer, los mensajes son de ida y vuelta, y el tiempo parece volar. Mientras ella indaga algo más sobre la vida del “textuliano” él sólo quiere escuchar la hora y el lugar para el encuentro. Los hombres y las mujeres ven la comunicación de manera diferente.
Cada vez que se envía un mensaje de texto, hay una posibilidad de que éste sea ignorado. El tiempo de espera de una respuesta se transforma entonces en un período de angustia. Por cualquier razón hay ocasiones que el mensaje se queda en el bolsillo o la cartera o simplemente la persona se quiere dar su tiempo para contestar; pero cuando el teléfono confirma que la otra persona leyó el mensaje, y no hay respuesta inmediata, la angustia se transforma en una provocación.
El poder de la comunicación a través de mensajes de textos permite intercalar el grado de poder de cada una de las personas que “interactúan” , el primero que envía el mensaje quiere una respuesta a su petición, aparentemente tiene el poder, pero si la otra persona no contesta sabiendo que ya le llegó la confirmación de lectura, entonces este último tiene ahora el poder.
El peligro del punto final
Como se aprendió a hablar, y un poco menos a escuchar, es necesario aprender estas nuevas formas de comunicación para que en parte cuidemos también nuestra salud emocional.
“Un estudio realizado por Computers in Human Behavior concluyó que un punto final en un mensaje de texto es percibido sistemáticamente como poco sincero. Todo lo contrario –dicen los mismos investigadores– de lo que sucede con los mensajes que terminan con un signo de exclamación (!)”.
“Para Celia Klin –profesora asociada de piscología de la Universidad de Binghamton, en EE.UU esto demuestra que la puntuación influencia en la forma en la que interpretamos los mensajes de texto, como los que se intercambian vía aplicaciones como WhatsApp.”
La próxima vez que usted tenga la necesidad de enviar un mensajes de texto, trate de comunicarse a la antigua usanza: hacer una llamada o reunirse en persona. Puede ser una buena decisión al trata de prevenir males peores.
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