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Blog de Alex Ponce Aguirre

La educación de los niños en la antigua Grecia

29 Ene 2018 | Destacado, Educación | 0 Comentarios

La educación de los niños en la antigua Grecia nos muestra la preocupación de la familia griega en la formación de los niños, desde antes de su nacimiento a las mujeres se les preparaba para ser madres, incluso a mujeres jóvenes se les hacia participar de partos como actividad de preparación para cuando llegara su hora.

A los hijos se les consideraba como un regalo de los dioses, claro siempre que fuera un varón, ya que tal investidura significaba que el primogénito contribuiría con su trabajo al engrandecimiento de la familia. A la hora de su nacimiento a la madre la trasladaban al gineceo, un lugar dispuesto para el trabajo de parto, un acontecimiento que podía durar hasta tres días, tarea encargada a las mujeres y a los médico ginecólogos de la época. La historia menciona como la primera mujer ginecóloga de la Grecia antigua a Agnidike en el siglo IV a. C.

Nacimiento y primeros años

Después de transcurrido los cinco días del nacimiento, el padre podía cargar al bebé y así una vez en casa se realizaba la fiesta de Anfidromias, una festividad que consistía en que el padre tomaba en brazo a su hijo y recorría con él cada rincón de la casa, en medio de los invitados, mostraba la alegría de recibir a su hijo, era el momento de llamar al hijo por su nombre, que según la tradición griega de entonces se le daba el nombre de su abuelo, tradición que se practica hoy en la Grecia moderna. La fiesta terminaba con comida y sacrificios, como muestra de agradecimiento por el niño que llegaba.

Ya transcurrido los primeros seis años, el hijo participaba en el festival de las Apaturia, una fiesta que se realizaba al terminar el verano, en aquella festividad los hijos varones eran presentados a la sociedad, ya algunos con serias inclinaciones a lo que serían cuando fueran mayores, futuros guerreros, oradores, atletas, luchadores, músicos, actores, pintores, escultores, letrados etc. Eso debido a que desde los primeros años de vida a las madres se les instruía para que jugaran con sus hijos con juguetes que tuvieran relación  con sus capacidades físicas o intelectuales, y así prepararlos para la vida laboral.

Formación más que educación

Las familias más adineraras o pertenecientes a la realeza contrataban los servicios de maestros “Daskalos» verdaderos filósofos que se encargaban más de la formación que de su educación, ya que esta última la realizaban en las academias o liceos de la época. Siguiendo el pensamiento de Aristoteles que decía «La inteligencia consiste no sólo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimientos en la práctica.»

Al Daskalos «maestro»  se le encargaban otras tareas más relacionada con la inserción del joven en la sociedad y dar forma a la filosofía de vida de este mismo. Él Daskalos por ejemplo era el encargado de iniciarlo en la vida sexual; algo que estaba muy relacionado con la religión politeísta. Las finanzas y estrategias de guerra también eran encargadas a este tutor, como también con todos los temas relacionados con la espiritualidad y devoción. Caminaba junto a su discípulo por más de 10 años. Un ejemplo de esto lo vemos en la vida de Alejandro Magno, que fue formado por las instrucciones del mismo Aristóteles.

Las familias más comunes entregaban la formación de sus hijos a pedagogos, personeros que se encargaban de descubrís las habilidades manuales de los niños, para luego iniciarlos en la preparación de tareas laborales como la albañilería y construcción, músicos o escultores. En muchos de ellos resonaban las palabras de Pitágoras “Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres”.  A las mujeres se le encargaba la educación a sus madres quienes la preparaban para tareas más domésticas, hasta transformarlas en buenas esposas.

Niños espartanos

Cabe hacer un paréntesis para referirnos a los niños espartanos, a quienes desde pequeños sólo se les preparaba para la guerra, tarea que era encomendada a sus madres. Estas mujeres espartanas eran conocida en todo Grecia como las mejores preparadoras de hombres para la guerra; una educación bélica. Desde pequeños le instruían  a cargar con su escudo, en tamaño y forma original, ya que desde pequeños sus madres los arengaban en el uso del escudo, hasta hacerlos comprender su juramento de ir a la guerra con su escudo y traerlo de vuelta. Ya Sófocles en su tiempo siglo IV a. C.  decía: “Los hijos son las anclas que atan a la vida a las madres”.

Volviendo a los niños atenienses y en general a los niños de la Grecia antigua, en el tema de la educación,  la relación con su padre era algo distante, pero de una obediencia absoluta, como si se tratara de un esclavo por el nivel de pertenencia. La autoridad del padre no se ponía a prueba en ningún momento. La palabra del padre era ley. Mientras que para la madre era su “criatura” para el padre era su “siervo”.

Los niños y la religión 

Los niños tenían una importancia casi única dentro de la religión de la Grecia antigua. Los más bellos eran apartado para los servicios del templo. Los diferentes santuarios de adoración estaban atendidos por jóvenes y niños. Su inocencia e ingenuidad los capacitaba para llegar a los pedestales más altos de los servicios de adoración a las deidades. Las mujeres muy jóvenes, siendo aún niñas, se les apartaba como sacerdotisas de las diferentes diosas del Olimpo. Algunas inclusos llegaban a cultivar el don de la adivinación, transformándose en mujeres imprescindibles para algunos gobernantes que echaban en en ella toda su fe para conocer lo que estaría por venir.

En el museo de la Acrópolis se pueden observar múltiples utensilios y juguetes usados en la educación de los hijos, también se pueden observar  esculturas de niñas, hijas (Kores) que dedicaron parte de su vida a servir en los templos de la Acrópolis de Atenas. Sus padres en agradecimiento por el gran honor que eso representaba, regalaban al templo esculturas de sus hijas como recuerdo de sus servicios en el santuario.

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ALEX PONCE AGUIRRE
Realizador visual, escritor y analista social. Autor de los libros “Encuentros de Silencios”, “Las Siete Páginas del Séptimo Día” y "La Llave Inglesa de las Emociones".
Chileno, radicado en Atenas, Grecia.


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