Todos ofrecemos desde afuera un muestrario de imágenes y puntos de vista para la interpretación de quienes se relacionan a diario con nosotros, permitimos la formación de imágenes perceptibles de acuerdo a nuestra manera de vivir; es la fachada que sabe muy bien adaptar a cada circunstancia la mejor de las caras.
Hay dos modos de observar a las personas: en la proximidad y en la lejanía. Entre ambas posiciones cada uno debe de encontrar la distancia exacta para ver a la otra persona de la manera más real posible.
Si observamos un cuadro de Miró a una cuarta de distancia, no vemos nada; sólo puntos, rayas y trozos de signos. Pero si nos alejamos unos metros, la escena cambia radicalmente y podemos observar en plenitud la propuesta del pintor; su obra de arte, donde queda reflejado su mundo sencillo y complejo.
De la misma manera sucede con las personas, a veces la excesiva cercanía confunde, mientras que la distancia aclara.
Alejarse siempre nos da la mejor perspectiva para observar, permite percibir más “matices”, a la distancia podemos ver muchos más detalles de una personalidad y lo que la secunda, intenciones, motivaciones, pasiones, etc.
Emoción versus razón
Estas dos formas de observar a los demás delatan dos tipos de personas: los que miran a través de los sentimientos, y los que observan a través de la razón, los primeros se dejan invadir por las emociones y los segundos por la lógica y los argumentos.
El hombre emocional se sumerge en la realidad, de tal manera que los árboles no lo dejan ver el bosque. El hombre racional sigue un esquema contrapuesto; se aparta un poco de los hechos y dedica más tiempo a la reflexión.
Corazón y razón constituyen dos perspectivas contrarias y complementarias: negro sobre blanco, sentimiento frente a la razón. Hay que buscar la distancia exacta, ni muy cerca ni muy lejos; a apreciar y diferenciar, conocer y contener. Saber mirar por debajo de las apariencias.
La emoción puede ser una vista más cercana, la razón puede ser algo más distante, el equilibrio de estas dos características personales juega un papel importante cuando se trata de relacionarnos con los demás.
La importancia de la distancia
El arte de la sociabilidad está siempre determinado por varios encuentros personales, que a través del desarrollo comunicativo se va involucrando la personalidad en cada una de sus perspectivas, dejando al descubierto las características físicas y cognitivas de cada una de las personas.
La distancia es quizás lo más importante en el arte de las relaciones humanas, ésta se puede aplicar tanto en el terreno físico, como en el terreno mental y espiritual. Mostrar distancia frente a una propuesta, una idea, o algún concepto emitido en medio de una conversación, también nos puede ayudar a descubrir a través de reacciones, cualidades personales de nuestro interlocutor.
En la medida que tengamos la oportunidad de aplicar nuestra mejor sabiduría, para saber ubicarnos en el lugar exacto para observar, escuchar, y entender a nuestro interlocutor, nos permitirá percibir de la mejor manera posible sus verdaderas intenciones y por consecuencia nosotros proyectaremos lo mejor de lo nuestro.
En las relaciones humanas la confianza es la distancia más corta entre dos personas.
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