Cuán importante es tener un espíritu de lucha frente a cada adversidad.
Alguien ha dicho que las preocupaciones son como las sombras: al mediodía son pequeñas, pero cuando comienza a bajar el sol, se vuelven cada vez más grandes. Para todos los que hayamos sentido alguna vez la ansiedad destructiva de las preocupaciones, quizás sea útil traer a la memoria, el estudio que realizó cierto señor a quien sus preocupaciones le robaban demasiado tiempo.
Su estudio consistió en anotar todas las cosas por las cuales se preocupaba; y después de un tiempo, una vez clasificadas sus anotaciones, llegó a la siguiente conclusión:
- Que el 40% de lo que le había afligido nunca había ocurrido
- Que el 30% podría haber cambiado sin necesidad de preocupación
- Que el 10% había sido preocupación de menor importancia
- Que el 12% de las preocupaciones acerca de su salud fueron inútiles Que sólo el 18% restante, habían sido preocupaciones justificadas.
Cuantas veces creemos que todo se vuelve negro, que no podemos cumplir con todas nuestras obligaciones, o que las cosas no nos saldrán como queremos, y nos enfermamos de preocupación aumentando las estadísticas de las enfermedades mentales. Pero cuando pasa el momento crítico, nos damos cuenta del error mental en que habíamos caído.
Metas y objetivos por cumplir
Para vencer las preocupaciones, tenemos que poner en acción un plan. La actividad hace bien, la mejor manera de multiplicar nuestra angustia, consiste en no hacer nada. En cuanto nos ponemos a hacer algo para evitar que se produzca lo que tememos, la angustia nos abandona.
No podemos dar ventaja a las preocupaciones, necesitamos tener un plan permanente de desarrollo personal; metas y objetivos por cumplir, acercarnos a los sueños que podemos hacer realidad con un proyecto de vida. Eso debe ser lo principal de nuestra existencia, mantenernos ocupados en lo nuestro.
El poder de los pensamientos
Hoy la única convicción que no admite duda, es la elección de los pensamientos acertados. Si somos capaces de esta elección, estamos en el camino que conduce a la solución de todos nuestros problemas. Marco Aurelio, el gran filósofo que gobernó el Imperio Romano, resumió esto en ocho palabras; son ocho palabras que pueden determinar nuestro destino: “Nuestras vidas son la obra de nuestros pensamientos”.
Si tenemos pensamientos felices, seremos felices. Si tenemos pensamientos desdichados, seremos desdichados Si tenemos pensamientos temerosos, tendremos miedo. Si tenemos pensamientos enfermizos, caeremos probablemente enfermos. Si pensamos en el fracaso, seguramente fracasaremos. Si nos dedicamos a compadecernos, todo el mundo huirá de nosotros. “Según como un hombre piensa en su corazón así es él”.
La terapia de ayudar a otros
Al Dr. Karl Menninger, fundador de Clinic Menninger, se le preguntó que consejo daría a una persona que se siente a las puertas de un ataque de ansiedad. Todos esperaban que él contestara: “Consulte a un psiquiatra”, pero para asombro de muchos contestó: “Cierre su casa, cruce la calle, y encuentre a alguien que necesite ayuda y haga algo por él”.
En otras palabras, salir de nosotros mismos, de nuestros sentimientos, de nuestras emociones, de nuestros problemas, para pensar que otros también los tienen y los sufren, también es una terapia para ayudarse a salir de la temida ansiedad producto de nuestras preocupaciones.
Tener un espíritu deportivo de lucha mediante ejercicios de vencimiento, superación de pequeñas derrotas, capacidad para saber reponerse y volver a empezar, retomar las ilusiones del principio y crecer ante los imprevistos que frenan el avance y saber perder y empezar de nuevo. Este espíritu supone pelear con bravura para que salga lo mejor que hay en nosotros, oculto en el fondo de la personalidad.
Hay un proverbio escrito y vivido por el gran sabio Salomón que dice: “El corazón alegre es buena medicina, pero el espíritu triste seca los huesos” (Prov.17:22)
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