La vida corre a través de generaciones, y la forma de pensar es la arquitectura de la personalidad. Se construye una vida en base a ideas claras y saber lo que se quiere. Se compone también de detalles. Conceptos que van acompañando el recorrido del ser humano a través de sus años.
Una vida con ideas firmes, coherentes, positivas y aliadas a una cultura, tallada con sabiduría, no se adquieren a través de una descarga rápida de un archivo almacenado en un servidor. Lo esencial de la vida se consigue sólo en años. Son esos años transcurridos, que la vida se encarga de mostrarlos en edades, con sus respectivas preferencias.
Pues bien, una idea cardinal es que la vida está urdida de pequeños detalles. Quien tiene la capacidad de percibirlos y vivir con ellos, es capaz de ir desde lo más grande a lo más pequeño. Vivir considerando el cuidado de los detalles, requiere más de un trabajo a favor de los demás, pero todo comienza por lo personal; limar, pulir, y rectificar.
Aquellos aspectos de la personalidad que dificultan una convivencia sana, tienen que ser tratados, rectificados por medio de un comportamiento pulido y suavizado a través de una conducta que ayude a realizar una reforma personal.
La perseverancia debe viajar junto a nosotros durante la vida, esa perseverancia se pone a prueba en las reformas personales, en los cambios que se necesitan para mejorar la convivencia.
Una respuesta violenta, que puede ser habitual, es un detalle que deja de manifiesto que algo anda mal: una pregunta no contestada, un silencio mal intencionado, un saludo sin responder, un gesto de buena educación no manifestado, un desinterés por escuchar, una ayuda mal realizada. Todo lo que se percibe como muestra de poca atención, pueden aparecer como detalles en sus comienzo, pero terminar como una lucha de género.
La vida ofrece oportunidades para demostrar interés por los demás, aunque parezcan detalles de poca importancia. La naturalidad, la sencillez, la generosidad, la paciencia, la fortaleza, la sinceridad, todo esto contribuye a construir una atmósfera placentera, y que sirve de inspiración para continuar hacia lo que se quiere.
Un detalle puede ser un señal a favor o en contra, dependiendo del resultado final a que conlleve. No quitemos importancia a los detalles pequeños, que por pequeño que sean, a veces pueden causar males mayores.
La atención que requieren los hechos que circulan a nuestro alrededor, pueden ser miles; pero donde no debemos pasar por alto, es en los principios que tienen que ver con la convivencia de lo cotidiano; es, el día a día, el tiempo que se nos ofrece para sembrar, cultivar y cosechar la mejor de las intenciones
Algunos de los grandes pensadores de la historia procedían de la escuela filosófica del estoicismo: Cicerón, Epíteto, Séneca, Marco Aurelio, entre otros. Este pensamiento ponía el énfasis en el auto dominio, en no reaccionar o responder a circunstancias externa. Los estoicos enseñaron algo muy práctico: “aunque no podamos controlar lo que nos pasa en la vida, podemos controlar nuestra percepción.
La elección la tenemos cada uno de nosotros; podemos escoger percibir lo que nos sucede de una forma productiva o destructiva, esa elección es un gran detalle, cuando se le relaciona con una filosofía práctica, donde se conjuga el pensamiento y la acción humana en el arte de una buena convivencia.
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